lunes, 23 de abril de 2018

Mente desordenada

Viajar en la caja de un pickup.

   Alguna vez en un tramo de carretera en mi natal Jalisco, imaginaba como es que Dios está en todos lados. Algo similar a cuando tratas de imaginar una cuarta dimensión espacial, y entonces viene a mi esta visión, el ejemplo de una esfera cuya superficie no tiene espesor alguno, un plano bi-dimencional curvado sobre si mismo a través de lo que parecería una superficie finita y auto-contenida.

   La idea de un plano convado viene de que todas las líneas son rectas, y las curvas son aquellas compuestas de un infinito número de secciones rectas y alineadas entre si.

   ¿Podría entonces el para este universo de dos dimensiones, estar la tercera dentro y al rededor simultáneamente? ¿Será que para nuestro universo de 3 dimensiones espaciales la cuarta sea algo similar?, una dirección que no imaginamos y para la cual no hemos dado una palabra que la defina.

   Era un atardecer y la velocidad de mi vehículo proporcionaba una brisa fresca y limpia, el paisaje arbolado en esta estepa característica y las nubes de julio, cúmulo-nimbo sobre nuestra dirección, la luz del sol tras de las nubes en sus tonos naranjas degradados a ese azul, gris y obscuro mientras giras la cabeza pasando por el cenit, con los rayos de luz como flechas señalando la posición de su oculto génesis. Pensaba en la tierra entera como un ser, y en las corrientes marinas y de vientos como un equivalente de sistema circulatorio. En su cambiante campo magnético y las líneas de fuerza que atraviesan la tierra como los meridianos. Pensaba en la complejidad de los sistemas que han surgido, desde aquellos que nos relacionan con otras especies, hasta los pequeños que rigen en el interior de los organismos vivos.

   Cada vez hacía más frío, y yo me sumergía en mi mismo. Tantos hombres, ¿las mismas dudas? ¿que pasará por la cabeza de los demás? ¿cómo justifican sus actos los tiranos?

   Eran los principios del año de 2012, me laceraba internamente el recuerdo de mis chinos. Mi casa estaba ordenada por fin, había establecido una agenda, y el trabajo fluía con resultados positivos. La visita a mi abuelo me había dejado introspectivo. Caminar por las calles de una importante fracción de mi infancia, el camino al preescolar, la calle a la plaza pública, el viejo cementerio donde yace mi bisabuela, el pueblo de mis abuelos, de la leyenda de Porfirio y la tifoidea que le llevó a la tumba, y la serie de evento que harían de mi abuelo la persona que fue, y tomar las decisiones que tomó, y me hacen ser quién soy, y estar donde estoy. ¿estaré cambiando el destino de alguien más? ¿a donde habrán de llevar mis decisiones a las personas que de mi dependen en 30 años? ¿y en cien?

   Llegamos a nuestro destino. Y yo agradecido con todo lo bueno que he tenido, y lo mucho que he aprendido a lo largo de estos años, tan fáciles y difíciles según la perspectiva.

   Han pasado 6 años, y me preocupa la cantidad de recuerdos... ¿serán conveniente recordar? ¿no será llenarse la cabeza de trivialidades? ¿qué es lo realmente importante? ¿y mi propósito? ¿qué sentido tiene mi existencia? Sigo siendo tremendamente bendecido, y cada vez soy más consciente de que mi situación es solo producto de mis propios actos. Cada vez más identifico los sentimientos de sopor y nostalgia que GGM describe en sus escritos.

Los cerdos están en su corral

No discriminar, todo el mundo merece oportunidades, el amor lo cura todo.

El perdón es el predicado de muchas doctrinas, tal parece que es uno los más extendidos medios para lograr la ataraxia. Pero para llegar ahí, para perfeccionar se requiere de práctica, y valla que si eres dotado te requerirá media vida.
¿Qué se puede esperar de un ser que crece y se desarrolla en una sociedad tan enferma y podrida?
Intolerancia por aquí y por allá, mentiras, engaños, corrupción dolo y mala fé contra aquellos que algún momento juraste amar y respetar.
En el entorno laboral, competencia desleal, poca o nula cooperación, intriga, demérito y nulo sentido del verdadero significado de la sinérgia, del bien mayor, completa ignorancia de que los límites de nuestras capacidades, y todo aquello que podemos lograr como humanos y compañeros está fuera de nuestra imaginación.

También yo he pecado, arrastro el lastre de mi pasado, y mis cicatrices aún sangran cuando intendo cambiar de postura, mi espíritu se fracturó algunas veces, y sané sin férula ni soporte. Pero mi tribu no me dejó a los lobos. La compañía de algunos libros y las historias me hicieron ver que existe más en las personas, que no somos solo la mierda que nos cubre, que solo nuestra mirada pretende ser salvaje y agresiva, porque así funcionó las últimas decenas de años, pero nuestras almas pueden tocarse, cuando la verdad, cansada de golpearnos el rostro se aleja un poco y así podemos apreciarla mejor. ¿qué necesidad de tener la boca llena de sangre?

Conocí a personas que fingían estar bien, y aparentar ser funcionales, cuando su verdadero e inconsciente propósito era hundirte en su pozo de brea. Resultaron víctimas de las enfermedades de sus ascendientes, de las enfermedades de la pobre e ingnorante sociedad que les dió cuna, personas que sin duda hubieran sido brillantes, por sus capacidades, ¿y qué culpa tienen?

Ahora solo sirven de carne de cañón, de combustible para la maquinaría del capitalismo, de voto duro para el PRI, de consumidores de televisión, de ratas condenadas a la extinción cuando los últimos bienes universales sean privatizados sumiendolos en la miseria.

No perdoné el rechazo, ofrecí un destino diferente y no me duele que me dijeran que no. Me duele el futuro que pretendí evitarle.

Ahora veo que no es tan simple, pensando más ambiciosamente se requieren de varias vidas para completar la obra, vidas de trabajo duro y objetivos claros, dejarse de dar perlas a los cerdos.

Se busca una Victoria

Preparo y suelto las amarras, flamante y bella embarcación, sujeto fuerte mis almohadas, y dejo libre el corazón. Mi barco zarpa rumbo ...